Si hay algo que resalta del bosque mediterráneo sobre cualquier otro ecosistema de la península, es la capacidad que tienen las plantas para perfumar con olores todo el monte. La mezcla de diferentes esencias, procedentes de muchas matas arbustivas, son una delicia que inundan los campos y nada más que llegan a nuestra nariz, hace que en el cerebro se reproduzcan diferentes imágenes de la siempre espléndida espesura mediterránea.
Bosque mediterráneo
En estos ambientes, los grandes mamíferos de la zona encuentran comida y refugio. Algunos como los ciervos, se pasan horas y horas ramoneando los árboles y arbustos del entorno.
Retrato de vareto (Cervus elaphus) con las primeras luces del día.
Vareto (Cervus elaphus) ramoneando en un brezo.
Cualquier ecosistema en el que no interviene la mano del hombre se encuentra perfectamente regulado y nunca o casi nunca se dan casos de elevadas poblaciones ya que suelen depender de muchos factores tanto externos como internos.
Las zonas donde existe este problema se puede atribuir a dos causas fundamentalmente: la falta de depredadores naturales (como el lobo) y las reintroducciones con fines cinegéticos. En las dos variables interviene la mano del hombre, que parece tener la autoridad sobre que especies potenciar y cuales eliminar, como ocurre con el ciervo y el lobo. Todo ello, lógicamente promovido por las administraciones y cazadores.
Dejando el tema de lado, del que se podría hablar días y días, vamos a seguir con la parte más natural que concierne al animal.
Existe bastante diferencia, por lo que hemos observado, entre los ciervos del bosque mediterráneo y los que se encuentran confinados en las montañas del norte peninsular, en cuanto a tamaño se refiere. Las venadas de las dehesas no son tan grandes ni tan corpulentas como sus vecinas norteñas y lo mismo ocurre en el caso de los machos. Basta con ver algunos vídeos de la berrea en diferentes regiones y el resultado salta a la vista. Seguramente está diferencia de corpulencia esté relacionada con la climatología. En las cordilleras septentrionales los inviernos son mucho más duros que en las dehesas, situadas más al sur y con unas temperaturas más suaves. Es un ejemplo de lo que se conoce como la regla de Bergmann (relaciona el tamaño de una misma especie con la temperatura ambiental que sufre el taxón en distintas latitudes).
Cervatillo (Cervus elaphus)
Hembra y cría (Cervus elaphus)
Durante la primavera, es cuando la mayoría de las especies de este bosque traen al mundo a sus pequeños. En ocasiones, como ocurre con los jabalíes, los rayones se separan bastante de las madres, debido a que el número de crías por camada suele ser elevado, llegando en algunos casos a 8. Como siempre se dice con las rapaces nocturnas: "si te encuentras un pollo no lo cojas, ya que la madre estará cerca de su pequeño", la misma idea se puede manifestar con los pequeños cerdos salvajes. Pero en este caso más por tu seguridad, porque una jabalina con crías delante puede ser muy agresiva y aunque parezca que un rayón está solo ante el peligro, su madre no estará muy lejos.
Cría de jabalí, rayón (Sus scrofa)
Como aclarábamos anteriormente, todos los ecosistemas están perfectamente regulados y el monte mediterráneo no iba a ser menos. Los necrófagos se encargan de cerrar el ciclo, alimentándose de los restos de mamíferos muertos. En las dehesas extremeñas, el buitre negro y leonado llevan a cabo su función alimentándose de restos de ganado o de algún que otro ciervo.
Buitre leonado (Gyps fulvus) izq. Buitre negro (Aegypius monachus) dcha.
En las lindes de los bosques, si rebuscamos un poco por el suelo nos encontraremos con gran cantidad de reptiles que utilizan estas inmediaciones para termorregularse al sol y sorprender a sus presas al acecho. Un ejemplar típico de estas regiones es la lagartija colilarga, que como su nombre indica posee una cola de gran longitud respecto a su cuerpo.
Lagartija colilarga (Psammodromus algirus) soleándose
Detalle de la cabeza. Lagartija colilarga (Psammodromus algirus)
Lagartija colilarga (Psammodromus algirus) buscando la sombra
Estos lugares también son utilizados por multitud de paseriformes que buscan incansablemente alimento entre acebuches, jaras y brezos. La curruca cabecinegra es una especie bastante fotogénica, debido a su curiosa cara y su llamativo ojo, pese a la ausencia de colores llamativos. Basta con tener el sol más o menos a favor y que el sujeto quiera colaborar un poco. El único problema que presenta este grupo de aves es la inquietud, teniendo muy poco tiempo para colocar los parámetros y enfocar.
Esta especie presenta un marcado dimorfismo sexual: los machos tienen de color negro las plumas de la cabeza, mientras que en las hembras es mas claro.
Curruca cabecinegra hembra (Sylvia melanocephala)
Otras especies de paseriformes como pinzones, herrerillos o roqueros solitarios se dejan ver con bastante frecuencia en algunos de los pequeños roquedos de este magnífico paraje.
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)
Herrerillo común (Parus caeruleus)
Juvenil roquero solitario (Monticola solitarius)
Muchas veces la conservación de un ecosistema, como puede ser el bosque mediterráneo, viene a cargo de una especie emblemática que se encuentra en categoría de amenaza o peligro de desaparición. Los planes de recuperación van dirigidos a mejorar y conservar el hábitat donde viven los taxones amenazados, actuando estos como especies paraguas. Es decir, que al preservar a la especie que se encuentra en una situación delicada, se protege indirectamente al resto de especies que habitan el ecosistema, ya sean plantas o animales, consiguiendo con ello un ambiente lo más natural posible.
Un ejemplo de esta caso concreto, lo encontramos en los ambientes mediterráneos con el águila imperial.
Águila imperial (Aquila adalberti)
Al proteger este emblema faunistico de la península, estamos también conservando su ecosistema y esa es la razón que permite que una especie amenazada recupere sus mermadas poblaciones. En estos tiempos que corren, las imperiales se apresuran en la reparación de nidos y en despejar de su zona a cualquier intruso (como cuervos). La función es dejar el territorio lo más tranquilo posible para cuando dentro de unas semanas aparezcan los primeros pequeños cubiertos de plumón blanco.
Águila imperial (Aquila adalberti) persiguiendo a un cuervo (Corvus corax)
Por último os dejamos la imagen, aunque no con muy buena calidad debido a la distancia, de una pareja de imperiales.
Pareja de Águila imperial (Aquila adalberti)
Con esta colección de especies típicas de ambientes mediterráneos, nos despedimos hasta la siguiente entrada.
Gracias a todos por visitar el blog y por vuestros comentarios.
Un saludo.
Mejor no se puede describir este tipo de bosques autentica joya que Espania mas deberia de proteger con reservas y sistemas anti incendios.........la foto del solitario muy chula......y la Imperial jamas vista por mi.
ResponderEliminarSaludos camperos!
Buen paseo por tierras Extremeñas. Las fotografías son todas preciosas.
ResponderEliminarEnhorabuena por la entrada chavales!
Muy buena la entrada además de variada, muy curiosa la imagen de la Ibérica persiguiendo al cuervo, saludos.
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