Los días primaverales de buena temperatura, junto con los primeros del verano, son una fantástica ocasión para salir a buscar anfibios y reptiles en el norte de la península.
Dependiendo de lo que queramos observar o fotografiar, deberemos ceñirnos siempre a un hábitat y a un momento concreto, unido a unas condiciones meteorológicas y épocas determinadas. Para ello, como ocurre siempre con la fauna en general, el conocimiento de las costumbres y biología del animal se hace necesario si no se quiere ir dando palos de ciego. Por ejemplo, si queremos disfrutar de las culebrillas ciegas, no tenemos más remedio que mirar debajo de las piedras ya que estas desarrollan la mayor parte de su actividad bajo tierra. Son más típicas por el sur peninsular, encontrándose prácticamente en el territorio del país donde no hay luciones. Al finalizar la observación hay que volver a dejar todo como estaba en un principio, es decir, colocar la roca tal y como la encontramos y evitar que el animal huya a sitios desprotegidos por el acoso. Hay veces que los animales sufren verdadero estrés por una manipulación innecesaria para conseguir una composición de cuadro, desprestigiando la situación natural del bicho.
Culebrilla ciega (Blanus cinereus)
Los muros de piedra, unidos a la densa vegetación rastrera proporcionan seguridad y alimento necesario para el lagarto verdinegro. Aunque también pueden ser fácilmente localizables en lugares húmedos y umbríos como los bosques de ribera. Los primeros días del año en que calienta el sol son recibidos por los lagartos que aparecen desprotegidos allí donde den sus rayos.
Durante la época nupcial, los machos exhiben unos espectaculares tonos azulados en los laterales de la cabeza con los que intentarán impresionar y atraer a las féminas.
Se podría decir a modo de regla general, que la observación de reptiles se centra durante las horas de luz. Cuando los días no son muy calurosos pueden estar activos durante gran parte del día, termorregulando su cuerpo y alimentándose. Mientras que en jornadas con temperaturas muy elevadas, como ocurre en pleno verano, su actividad se centra más en las mañanas y las tardes, evitando las horas centrales del día.
Sin embargo, para la observación de anfibios, la noche se convierte en el mejor aliado del naturalista. La necesidad constante de mantener su piel húmeda, hace que su patrón de actividad sea principalmente nocturno. Una vez que la luna asoma por el horizonte, los sapos corredores salen de sus aguardos para comenzar su jornada. Durante la época nupcial, los machos intentarán atraer a las hembras con sus característicos cantos.
Sapo corredor (Epidalea calamita) en las proximidades de las charcas.
Un paseo por el campo, en busca de charcas o pequeños remansos de agua, bajo la luz de las estrellas en una jornada con cierta humedad y una temperatura suave es sinónimo de grandes posibilidades de éxito, herpetológicamente hablando.
Sin embargo, hay algunas ocasiones en que se dejan ver bajo la luz del día. En jornadas de temperaturas frescas con cierta humedad, algunos sapos comunes se animan a salir a primeras horas del día de sus charcas o remansos de agua aledaños para ir en buscar de algunos saltamontes o escarabajos, los cuales están menos activos durante las primeras horas de la mañana.
Sapo común (Bufo bufo).
Estos pequeños animales de pieles húmedas o escamadas no son los más admirados ni buscados, pero son parte de nuestra fauna e igual de interesantes y admirables. Un saludo a todos
Estupenda entrada con unas fotografías espectaculares. Enhorabuena y un saludo.
ResponderEliminarLa verdad es que estos pequeños pasan desapercibidos para muchos y es una pena porque son absolutamente asombrosos. Muchas gracias por comentar, un saludo.
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